Tras un disco de diamantes -y diez discos de platino-, Javier Labandón, El Arrebato para el gran público, propone “Músico de guardia”, álbum que supone su “vuelta a la carretera” en un verano donde volverá a darlo todo
Es un poeta popular, uno de esos artistas tocados con esa varita mágica que le permite conectar con el gran público de varias generaciones que se saben al dedillo temas suyos como “Poquito a poco”, “Háblame del Sur”, “Hoy va a salirme todo bien” o “Búscate un hombre que te quiera”. Trabajador incansable, El Arrebato derrocha positivismo allá por donde pasa, siendo un generador de esa misma energía que sabe transmitir con cada uno de sus directos. A punto de cumplir los 47 años (el próximo 1 de septiembre) este virgo de signo del Zodiaco es, ante todo, un feliz esposo y padre de cuatro hijos que, dos al menos, siguen sus pasos en un mundo, el del espectáculo, donde cuentan con el mejor consejero que pudieran imaginar.
-Tener un padre tan conocido para muchos hijos de artistas a veces es un conflicto porque salir adelante suele resultarles más complicado a largo plazo…
-Sirve para el escaparate pero luego no te compran. Vienen las comparativas y no se es justo pero bueno, cuando es algo de vocación…
-Pero, ¿has visto con buenos ojos que se dediquen a lo mismo tuyo?
-A ellos les gusta y lo hacen muy bien. Tocan instrumentos, están preparados… A mí me agrada y les invito a que sigan sus sueños aunque un padre siempre quiere algo más estable para sus hijos. Esta profesión es ingrata y complicada. Yo miro atrás y no me lo creo.
-Es que llevas tres décadas en esto… ¿Cuál es el balance?
-Muy positivo, claro. Me ha ido muy bien y he tenido mucha suerte. Mi infancia fue muy bonita pero mi pre-adolescencia muy dura. Mi padre falleció y mi madre enfermó de Alzheimer y yo era ocho años menor que mis hermanos, que tenían la vida hecha. Conseguí salir de ahí agarrado de mi guitarra, que me salvó de los peligros de la calle. Creo que soy una persona con buenos valores, que no se ha ido por malos caminos y que ha creado una familia feliz.
-¿Nunca has sentido eso de estar “borracho de éxito”?
-No. A lo mejor durante unas horas, un momento. Después de un gran éxito o un concierto bonito. Pero positivamente. Tengo los pies muy hincados en la tierra y los míos me ayudan a ello. La fama no ha sido mi objetivo ni me siento cómodo ahí. Es una consecuencia de mi profesión pero no consigue dominarme.
-Ahora, coincidiendo con el quince aniversario de “Operación Triunfo”, hemos sabido que todos los concursantes necesitaron psicólogo… ¿A ti no te ha hecho falta nunca?
-No, no. Yo lo necesito pero para coger el avión (risas). Para mis miedos y mis cosas. A ellos les dieron la medalla antes de ganar la carrera. Es normal que lo pasaran mal. Les faltaba un proceso. A mí me ha ido llegando todo escalón a escalón y eso me ha ayudado a mantenerme sereno.
-¿Por qué unas melodías llegan y otras no?
-Uf… Eso es complicado. Es que todo el mérito no es del tema. Está el intérprete, las circunstancias de la sociedad… Son muchos factores pero si hubiera una clave es la sinceridad, la honestidad y la verdad.
-Hay quien con la edad se vuelve gris pero tú no has perdido positivismo…
-Es que en el fondo sigo siendo un niño. Hablo mucho con él. Hago ese ejercicio y le comento en qué me he equivocado, cuáles han sido mis aciertos… Hay un error en la sociedad porque parece que la madurez o la inteligencia tienen que ser serias. Para mí es al contrario. Inteligente es quien intenta buscar su felicidad o hacer felices a los demás.
-¿Cuál es el mayor logro de tu vida?
-Mi familia. Era mi gran proyecto vital. He logrado sueños no soñados, como la música, que han ido viniendo paulatinamente. Pero lo de tener un círculo propio sí que estaba en mis pensamientos. Por eso no me pierdo ninguna reunión familiar. Ni un cumpleaños, ni una Navidad. Es lo que de veras merece la pena.
-¿Hay algún piropo que, aún hoy, te siga emocionando?
-Cuando me valoran las letras, mi literatura. No por vanidad sino porque me encasillaron en un “gracioso andaluz” que no es del todo lo que soy.
-Es que eres muy poeta…
-No sé: Desde luego escritor, sí. Soy un escritor que pone música a sus textos.
-¿Te atreverías a hacer denuncia política?
-Es que no creo en la política. Pero por los políticos. No me creo ninguno. No hay vocación. A lo mejor en las asociaciones pequeñas, pero enseguida cortan las alas. Ninguno habla de la pobreza, de acabar con las desigualdades sociales de verdad. ¿Por qué no se para el mundo a rescatar a quienes se mueren de hambre? La política debería estar para echar una mano a los que se van cayendo.
-¿Siguen siendo tus motivaciones musicales intactas?
-Sí. Es lo que me apasiona y con lo que me encuentro realizado. Tampoco quiero más. No pretendo actuar en el Madison Square Garden. Con lo conseguido estoy contento y con normalizar mi día a día me conformo. Como un trabajador más. Llegar a casa, estar con los míos…
